Y entonces me veo, casi desnudo, con una gran mochila a mis espaldas, sucio, cansado, alegre, libre.
Y no es un sueño. Es un parpadeo de clarividencia, un instante de convicción interior que me muestra la luz y el camino. Un camino donde la música mueve mis pies a tierras lejanas, sin final a la vista. La magia de la experiencia por la experiencia.
Morder las hojas de los árboles, respirar fuerte, gritarle a la niebla, pasar miedo en las noches oscuras, calentarme junto a un fuego, hacer autostop, correr tras una gallina, conversar con las manos con un desconocido, proteger mi vida, confiar en Dios.
2 comentarios:
si de si, de esos si convincentes.
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