Trémolo, vistiendo de azul añíl cada latido y volviendo a sentir. Ámalo, como la lluvia al fuego y vivir, en este juego de amantes que se esconden en miradas desnudas con sabor a carmín.
Rozar entre la sombra tus caderas y amar tus manos, pecar a ciegas, besar tu cuerpo durante años en un segundo y que solo el blues nos vea.
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