7.26.2012

En el río.


Doce segundos. Es lo que nos dejó, un amanecer de apenas unos segundos y un niño arropado con una sábana sobre la arena púrpura de una playa sin nombre.

Como hijos de un otoño raído por las alimañas, nos embarcamos en un viaje hacia nuevas estaciones, buscando un hogar para el huérfano que ahora nos acompañaba.

Éramos salvajes, roca virgen siendo tallada por el cincel del tiempo, bestias de mirada acuchillante.

Éramos libres.

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