Piezas de un puzzle de mi memoria incompleto que no llego a entender. Camino deprisa por el muelle, los candiles de aceite siguen en la vigilia nocturna que les da vida y todo huele a sal. La madera cruje bajo mis pies, impertinentes, que se atreven a alterar el silencio de esta noche.
Mi embarcación descansa sobre la mar, tranquila, al amparo de la Luna.
Hay una melodía que se cuela por las rendijas de mis ropajes y me envuelve en una sensación familiar.
Tras las cortinas rojizas de la ventana puedo verte, dormida, con los labios entreabiertos, y cientos de dudas asaltan mi cabeza.
¿Porqué no te desperté?
-Besarte habría bastado para hacerme comprender.
1 comentario:
Últimamente estás muy "marino", ¡me encanta!
Sigue adelante con esa calidad narrativa, cada visita aquí es un viaje.
un abrazo!
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