8.17.2009

Cantigas a un cisne.



Jamás cupo en mi alma, señor, tamaña belleza y verguenza como en aquel momento.

Pues debo confesaros, que a la vista de su figura, mi corazón se paró en seco y mi pecho exhaló loores sobre su plumaje oscuro.

Valieron mil parpadeos en una lagrima y un baile con el viento en ese instante.

Valió cualquier suspiro naranja por una caricia.

Bajo las aguas, cabalgan maravillas en las más traicioneras corrientes, y sobre ellas; desfila el hermoso cisne negro que tuvo este humilde servidor la dicha de contemplar aquella tarde, casi al ocaso.

Comprenda pues mi verguenza, al ver a este pobre payés reflejado en aguas del medievo, a orillas de su imagen.

No hay comentarios: