9.05.2013

Escritura automática XIV.

Suspirar por una mañana tupida de grises y añiles. Derramar con las manos una caricia sobre el pecho desnudo de una doncella. Recoger la flor de una primavera enloquecida que no sabe quién es Septiembre ni porqué las noches huelen a jazmín si no hay más que mar y arena.

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