9.12.2014

I giorni.

Salió salpicando entre la espuma y su piel erizada sonrió al viento y al sol. A la luz de un mediodía mediterráneo, vigoroso, cargado de amor y belleza. El estío era todavía joven, como él. Saltó de entre las rosas con su sonrisa impoluta brillando como las conchas húmedas en el último palmo de arena.

Se dejó caer grácil sobre la cresta de una pequeña ola. Abriendo los brazos para abrazar al mar.



Y sentado aquí, en mis horas tristes sin mar ni rosas, le añoro.

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