El pequeño Damien jugaba con el aire.
Volcaba toda su ilusion, su inocencia, su imaginación; en aquel instante. Un piano colgaba de sus dedos mientras cientos de animales salían de la jungla de sus cabellos y luchaban ferozmente entre ellos. Una lucha limpia, inocente, sin sangre.
Un barco inglés lanzó una salva de aviso. Los temerarios marineros de aquel barquichuelo de papel hicieron caso omiso y se lanzaron contra la cubierta de la mesa de la cocina. Hay arroz con salchichas para comer.
-Damien lavate las manos, vamos a comer ya.
-Mamá.
-Dime cariño.
-No quiero hacerme mayor nunca.
2 comentarios:
me ha dado un escalofrío horrible la última frase,que lo sepas '-'
Todo precioso...
Publicar un comentario