4.28.2010

La veillée.

Temblorosa la mano, sobre la boca jadeante, su piel arrugada como una flor pasadas sus horas. Los cristales empañados de sudor de los cientos de cuerpos que mundo adentro, se retuercen entre alaridos de placer. El caótico despertar de la ciudad es tan solo el eco de la vorágine de sexualidad derramada durante la noche.


Pero afuera, los cuerpos corren bajo gabardinas, sombreros, paraguas, fulares y los charcos parecen estremecerse bajo los tacones de las damas.

1 comentario:

Lady Laura dijo...

wow!