Quedamos para tomar café; Mark nunca llegaba tarde, jamás. Era mediodía y la terraza estaba abarrotada, hacia un tiempo espléndido para salir ala calle y la luz del sol era especialmente bonita ese día.
Miré el reloj, faltaban unos minutos para nuestra cita; siempre he disfrutado siendo la primera persona en llegar a las citas. Me entretuve jugueteando con la carta, mirando los precios con aparente interés.
Mark llegó a la hora en punto, se sentó a mi lado y sin mirarme , me dijo:
-Pídeme un capuchino con una bola de vainilla, mañana te lo pago.
Se levantó del asiento, se colocó su corbata y se marchó. Pedí un capuchino con una bola de vainilla y me lo tomé con tranquilidad disfrutando del brillo del sol en el cristal de la copa.
1 comentario:
Lo interpreto como que la gente demasiado comprometida con su trabajo no tiene tiempo para disfrutar de las cosas bonitas del día a día, ni si quiera para tomar un café.
O eso, o es una paranoia rara tuya.
Me toca escribir a mí, no?
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