11.02.2008

El corazón del mar.

Luz de un día que casi puedo tocar. Vientos favorables, la sal, pegada a mi piel. Dorada maravilla que en el horizonte marca las horas, la madera húmeda; un viaje a lo desconocido.


Divino y alegre canto, vivaz, al desperezarse sonriente en la mañana con el primer beso del rocío.

La belleza mas pura contenida en su interior, frasquito de piel. Mirada brillante, labios rosados, dulces caramelos hechos de lujuria. Hija de dios y no cabe duda de ello.


En las largas noches de travesía, imagino que ella me visita; que abre sigilosa la puerta de mi camarote y su hermosa silueta se dibuja con un halo de luz rodeándola. Sueño que camina despacio hasta mi cama y me mira. Sonríe, y su risa me transporta, sobre los mares, sobrevolando las agitadas aguas del infinito azul.

Y cada día, amanezco vivo, deseoso de volver a verla.

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