12.25.2008

Segundo crimen.

Bajo una manta plateada escondieron horrorizados el pecado del hombre.
Mark miró a su alrededor. El lugar debería de verse bello en otras circunstancias, desde el mirador podían contemplarse la colina y el puente romano; sin embargo un olor a odio y una sombra de demencia le conferían un tono dantesco.

El cuerpo había sido atravesado, para luego ser arrastrado y mutilado salvajemente como si de una sala de despiece se tratase, separando minuciosamente las tripas de los buenos trozos de carne viva.

Mark sintió al mismo tiempo hambre y una punzada en las vísceras.

Estaba comiéndose sus ganas de huir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mark es tu yo interior

Anónimo dijo...

Hasesynó